
La velocidad a la que juega este equipazo es increíble. Sirva como ejemplo el tercer gol del partido de ayer anotado por el malí Fréderick Kanouté (21 goles en liga). De tiralíneas.
Balón de Poulsen, el rubio de oro para Daniel. El brasileño incombustible la pone para el intermitente Duda, quien controla con el pecho y sin dejarla botar, pone el esférico en profundidad para el zar ruso Sasha Kerzhakov, que se va como una bala y pone un centro allí donde solo la ponen los grandes, los que tienen la calidad para hacerlo, envía el balón hacia el punto de penalti, y en la zona peligrosa empalma el killer Kanouté fusilando al enemigo de Nervión César Sánchez, que cada vez que nos visita hace el partido de su vida.
Pero lo verdaderamente sorprendente no es la jugada en sí, ya que el Sevilla nos tiene malacostumbrados a este fútbol de muchos quilates. Lo grande del hecho es que la ejecuta en el minuto 94 de partido. La apisonadora sigue arrasando. Como el mítico Miguel Induráin. Él a su ritmo, y los demás, a intentar chupar rueda hasta que se van quedando en el camino cual fruto maduro que se cae del árbol.
Muchos están incluso pidiendo que la UCI, (Unión Ciclista Internacional) tome cartas en el asunto, porque lo de estos futbolistas más que fuerza parece un pacto con el diablo. ¿Les inyectarán una sustancia prohibida? Piensan algunos. Los pobres no se dan cuentan de algo evidente. El fútbol es un estado de ánimo, y la gasolina del fútbol son las victorias. Las victorias y una afición que siempre está con el equipo sin desfallecer ni un solo instante. La afición del mejor equipo del mundo. El Sevilla FC.
Antonio Diago González
2 comentarios:
Eso se llama tiki-taka, chaval.Un saludo desde Lora del Río.
Tenemos el mejor equipo del mundo, aunque a algunos les duela admitirlo (esto va por los medios de comunicación)
Pilas.
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